Acepta la petición: Cómo buscar el apoyo que necesitas

En su último artículo, Chris Anselmo explicaba por qué es tan difícil pedir ayuda. Ahora comparte sus consejos para hacerlo con confianza.

Por Chris Anselmo

Cuando tenemos dificultades, es importante aprender a decir: "Necesito ayuda". No hay una forma "correcta" de pedir ayuda. Pero si quieres ponerte -y poner a quienes te ayudan- en la mejor posición posible, considera estas cinco preguntas:

1. ¿Qué barreras mentales me impiden pedir ayuda?

Utilizaré mi experiencia con enfermedades raras como ejemplo de hoy.

En 2010, cuando los síntomas de mi enfermedad se manifestaron por primera vez, mis mayores barreras eran el orgullo y la vulnerabilidad. Era tan orgullosa, tan ferozmente independiente, que me dolía admitir que ya no podía manejar lo que me estaba pasando. Pedir ayuda me exigiría un nivel de vulnerabilidad y transparencia que nunca había mostrado, ni siquiera a mi familia. Pero si no se lo decía, se darían cuenta de una forma u otra. Sabía que era mejor ser proactiva.

Es importante que pienses qué barrera (o barreras) te está planteando más dificultades. Tómate un tiempo para explorar las causas profundas de tus miedos y cómo puedes abordarlas. Cuanto más cultives la conciencia de lo que te frena, más seguro y preparado te sentirás cuando llegue el momento de pedir ayuda.

2. ¿Qué ayuda concreta necesito?

Resulta tentador decir sin más: "Necesito ayuda", sin entrar en detalles. Pero se trata de una petición vaga que puede llevar a confusión, dejándote en un incómodo limbo en el que tú pides ayuda, pero la otra persona no tiene ni idea de cómo responder. Tómate un momento para pensar qué te haría la vida más fácil. ¿Qué ayuda concreta necesitas?

En mi situación, sabía que si pedía ayuda pero no la respaldaba con el por qué y el cómo, podía empeorar la situación. Sería un perjuicio para ambas partes. Necesitaba desesperadamente apoyo emocional. También necesitaría ayuda con las actividades cotidianas, desde la colada hasta la compra, cualquier cosa que implicara subir objetos pesados por las escaleras. 

3. ¿Quién es el más adecuado para ayudarme?

Una vez que sepa qué ayuda necesita, el siguiente paso es encontrar a la persona adecuada a quien pedírsela. Puede ocurrir que cada persona preste un tipo de ayuda diferente. Por lo general, una sola persona no puede hacerlo todo, y eso está bien. Piensa en los puntos fuertes (y débiles) de las personas a las que podrías pedir ayuda. ¿Hay personas que ofrecen mejor apoyo emocional? ¿Hay otros que sepan resolver problemas? ¿Hay alguien que haya pasado por lo mismo que tú?

En mis circunstancias, mi familia y mis amigos estaban bien preparados para desempeñar papeles complementarios. Para el apoyo emocional, recurría a mis padres y a mi hermana. Para las necesidades cotidianas (lavandería, compra, etc.), contaba con mis compañeros de piso, ya que mis padres vivían fuera del estado.

4. ¿Qué límites no deben cruzarse?

Muchas veces, cuando pedimos ayuda, nos olvidamos de establecer los límites adecuados. Pero se trata de una consideración clave si queremos evitar futuras incomodidades y sentimientos heridos. ¿Hay algún aspecto de tu vida que esté prohibido? ¿Hay una línea que no se debe cruzar? Déjalo claro desde el principio.

Sabía que necesitaría que mis compañeros de piso me ayudaran con los objetos pesados. No quería que tuvieran que pedírselo cada vez antes de intervenir. Pero no quería que esta ayuda automática se extendiera a todos los aspectos de mi vida. Todavía había tareas que quería hacer sola, como cocinar o salir a pasear.

5. ¿Cuál es la mejor estrategia de comunicación?

En circunstancias normales, es posible que tenga un método de comunicación preferido -llamada telefónica, mensaje de texto, correo electrónico, cara a cara-, pero cuando se trata de pedir ayuda, no todos los métodos son igual de eficaces. Cuando pidas ayuda, es mejor entrar en detalles y explicar completamente tu situación. En persona o por teléfono suele funcionar mejor que por SMS.

A continuación, considere su estrategia de lanzamiento: ¿quiere decírselo a todos a la vez o mantener conversaciones separadas? ¿Hay alguien propenso a cotillear con los demás? Si es así, tal vez quieras decírselo en último lugar. En mi caso, se acercaba Acción de Gracias y era la oportunidad perfecta para contárselo a mi familia. Luego, cuando volviera a Boston, se lo contaría a mis compañeros de piso.

Pedirayuda fue un punto de inflexión para mí. Mi vida habría sido infinitamente más difícil si hubiera seguido luchando sola.

Me quito un peso de encima

Cuando se lo conté a mis padres y a mi hermana en Acción de Gracias, me sinceré y se lo conté todo. Había muchas cosas sobre mi enfermedad que había ocultado hasta entonces. Les expliqué que estaba empezando a derrumbarme por la tensión y que necesitaba su apoyo. Se sorprendieron al oír la gravedad de mi enfermedad, pero comprendieron que era un tema delicado. Sobre todo, me reiteraron su amor y se ofrecieron a hacer todo lo que necesitara. Cuando volví de las vacaciones de Acción de Gracias, estaba preparada para contárselo a mis compañeras de piso, pero no sabía cuál era el mejor método. A diferencia de mi familia, ellos no sabían que tenía una enfermedad, aunque se dieran cuenta de que empezaba a ir más despacio.

Como soy introvertida, me di cuenta de que sería demasiado incómodo decírselo en persona. En lugar de eso, les envié un largo correo electrónico mientras estaba en el trabajo. De este modo, podía decirles exactamente lo que me pasaba desde lejos. Por la noche, cuando estábamos todos sentados frente al televisor, respondí a las preguntas que me quedaban sobre mi pronóstico y la ayuda que necesitaba. Estaban encantados de ayudar. Cuando todos lo supieron, me quité un gran peso de encima y pude volver a respirar.

Reflexiones finales

Al recordar este importante momento de mi vida, me doy cuenta de que mis temores, aunque válidos, eran exagerados. Aunque las circunstancias me obligaron a hacerlo, pedir ayuda fue un punto de inflexión para mí. Mi vida habría sido infinitamente más difícil si hubiera seguido luchando sola. Pedir ayuda nunca es divertido, pero puede cambiar la vida. La clave está en aprender a salir de nuestro propio camino.


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